La historia nos cuenta las aventuras de un joven inglés, llamado Alexander Selkirk perteneciente a una familia de clase media, que le gustaba ser marino y que estaba muy aleccionado por los muchos consejos que le daba su padre para la vida en general, sobre lo que él creía que podría ser mejor para su hijo.
Uno de los consejos que su padre le dio fue que no se fuese al mar, ya que perdería los privilegios de pertenecer a la clase media, es decir, que no estaría nunca agobiado por no ser rico y que tampoco pasaría calamidades por no ser pobre, pero si se iba al mar, además de tener pocas posibilidades de sobrevivir, sufriría mucho, pero Robinsón no le hizo caso.
Un día, después de hablar con su madre, a la que hizo prometer que no le dijera nada a su padre, se fue de casa.
Un amigo le dijo que si quería embarcarse gratis y Robinsón le hizo caso y se embarcaron. A partir de ese momento le empezaron a surgir todas las calamidades.
El primer problema que tuvieron fue a consecuencia de una fuerte tormenta, donde Robinsón pensó que sería el final de su vida, y se acordó de los consejos que su padre le daba. Lo único que pudo hacer para salir de esa situación fue rezar, hasta que vieron tierra y se salvaron.
Después de esa aventura se volvió a pensar si se embarcaría de nuevo otra vez o ya no, pero decidió que sí.
Un capitán de un barco se le acercó y le pregunto si le gustaría embarcarse con rumbo a las costas de África, a lo que contestó que sí.
Durante el viaje, unos piratas les atracaron y robaron, y a los que no mataron, entre los que se encontraba Robinsón, les tuvieron como esclavos. Durante su esclavitud, siguió pensando en todos los buenos consejos que su padre le dio. Así estuvo unos dos años, en los que únicamente pensaba en su huida, hasta que un día encontró la posibilidad de escaparse y se marchó con otro esclavo. Estuvieron bastante tiempo navegando los dos solos. En este viaje de huida, se hizo muy amigo de su compañero de fuga, y en agradecimiento por haberle ayudado a escarpar, le prestó sus servicios, ya que se lo prometió. También en este viaje, cuando se acercaron a la costa para buscar agua, conocieron a una tribu pacífica, con la que se intercambiaron cosas. Por fin, se encontraron con un barco que les rescató.
Después se fue a Brasil, donde aprendió diferentes técnicas de cultivar y ganó mucho dinero. Para poder avanzar más con los cultivos, un día salió con otras personas en busca de esclavos, pero
durante el viaje les cogió una gran tormenta de aire, que les duró varios días, y cuando vieron que el barco se les iba a partir, cogieron una barca y se fueron en ella, hasta que se les volcó. Robinsón fue el único superviviente, que fue a parar hasta una isla cercana.
durante el viaje les cogió una gran tormenta de aire, que les duró varios días, y cuando vieron que el barco se les iba a partir, cogieron una barca y se fueron en ella, hasta que se les volcó. Robinsón fue el único superviviente, que fue a parar hasta una isla cercana.
En esa isla, en la que estuvo durante 28 años, hasta que fue rescatado, con la ayuda de muchos utensilios que pudo salvar del barco que naufragó por la tormenta, cultivó, cazaba, domesticó animales, exploró la isla, se creó un horario, un calendario y un diario, en el que escribía, hasta que se le acabó la tinta, todo lo que le iba ocurriendo y, cada día, también leía un poco de la Biblia. Durante todo ese tiempo de soledad comprobó como se le habían cumplido todos los consejos que su padre le había dado.
Robinsón pensaba que él era el único habitante de la isla, pero un día descubrió que había unas tribus caníbales, que tenían preparado a un indio para comérselo. Robinsón le salvó y estuvieron juntos hasta que fueron rescatados, y durante ese tiempo, Robinsón le enseño a hablar, su religión, sus modales,etc.
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